Erguida sobre un pedestal resiste al
cambio de las mareas. Allí donde el
nuevo socialismo aún no ha cruzado
la frontera, Rafael González talló una
moción de papel y bronce para colocar
a la Virgen de las Angustias al
frente del solemne pleno ayamontino.
El camionero aupado a insólito gobernante
iniciaba así en 2004 su última
cruzada frente a un PSOE enrojecido
que arrancaba por ley santorales del
calendario y descolgaba incómodos
crucifijos. A los pies de la alcaldesa
perpetua, de una escultura sin voz ni
voto, los diecisiete concejales de la
Corporación municipal aún rezan sus
disputas y sus miserias entre un rosario
de despropósitos que demuestran
que Ayamonte sigue mojándose cada
vez que sube la marea. Allí, al otro lado
de la frontera, donde toneladas de
mármol blanco culminan en corona de
oro y la «familia tradicional» busca cobijo
bajo el pétreo árbol de la vida a tiro
de piedra de la parroquia del consumo,
resiste un socialismo iluminado
alicatado de piadosas estampitas. Rafael
González ha hecho de Ayamonte
la cabina de su camión, un exuberante
y zafio escaparate de lo anárquico
donde se eleva por igual lo divino y lo
mundano, donde la niña María Isabel
inmortaliza en piedra su «antes muerta
que sencilla» mientras la patrona
roza el cielo en un desmesurado pedestal
de mármol blanco rodeada de
fieras enjauladas. Rafael González ha
hecho de Ayamonte la cabina de su
camión, un exuberante escaparate del
socialismo más rancio que ahora se
dedica a dar de comer y beber al mayor
fraude del andalucismo con tal de
mantener aupado a su nuevo alcalde
pisoteando suelo fenicio. Francisco
Zamudio perpetúa en Ayamonte el
chantaje que le conserva vivo. Zamudio
antes muerto que sencillo.
Zamudio llega, se sienta, calla y se lo
lleva calentito. Y eso, cuando aparece.
El ex alcalde de Isla Cristina y aniquilador
del PA en la provincia es una estatuilla
con pedestal en el salón de
plenos de la Diputación de Huelva. Incapaz
de sentir el más mínimo pudor
tras años de consentida desvergüenza,
Zamudio se echa cada mes su sueldo
de diputado provincial a la cartera a
cambio de mantener enjauladas a sus
fieras en el zoo ayamontino, a cambio
de perpetuar el chantaje allí donde el
PSOE permite el ladrillo sobre ladrillo.
Zamudio es una más de las estampitas
piadosas que alicatan al rancio
socialismo que pervive al otro lado de
la frontera. Zamudio es una más de la
excentricidades de una Ayamonte
convertida por el PSOE en la cabina
de su camionero.
Publicado por José Carlos Aguado en El Mundo-Huelva Noticias
jose.c.aguado@huelvanoticias.com
cambio de las mareas. Allí donde el
nuevo socialismo aún no ha cruzado
la frontera, Rafael González talló una
moción de papel y bronce para colocar
a la Virgen de las Angustias al
frente del solemne pleno ayamontino.
El camionero aupado a insólito gobernante
iniciaba así en 2004 su última
cruzada frente a un PSOE enrojecido
que arrancaba por ley santorales del
calendario y descolgaba incómodos
crucifijos. A los pies de la alcaldesa
perpetua, de una escultura sin voz ni
voto, los diecisiete concejales de la
Corporación municipal aún rezan sus
disputas y sus miserias entre un rosario
de despropósitos que demuestran
que Ayamonte sigue mojándose cada
vez que sube la marea. Allí, al otro lado
de la frontera, donde toneladas de
mármol blanco culminan en corona de
oro y la «familia tradicional» busca cobijo
bajo el pétreo árbol de la vida a tiro
de piedra de la parroquia del consumo,
resiste un socialismo iluminado
alicatado de piadosas estampitas. Rafael
González ha hecho de Ayamonte
la cabina de su camión, un exuberante
y zafio escaparate de lo anárquico
donde se eleva por igual lo divino y lo
mundano, donde la niña María Isabel
inmortaliza en piedra su «antes muerta
que sencilla» mientras la patrona
roza el cielo en un desmesurado pedestal
de mármol blanco rodeada de
fieras enjauladas. Rafael González ha
hecho de Ayamonte la cabina de su
camión, un exuberante escaparate del
socialismo más rancio que ahora se
dedica a dar de comer y beber al mayor
fraude del andalucismo con tal de
mantener aupado a su nuevo alcalde
pisoteando suelo fenicio. Francisco
Zamudio perpetúa en Ayamonte el
chantaje que le conserva vivo. Zamudio
antes muerto que sencillo.
Zamudio llega, se sienta, calla y se lo
lleva calentito. Y eso, cuando aparece.
El ex alcalde de Isla Cristina y aniquilador
del PA en la provincia es una estatuilla
con pedestal en el salón de
plenos de la Diputación de Huelva. Incapaz
de sentir el más mínimo pudor
tras años de consentida desvergüenza,
Zamudio se echa cada mes su sueldo
de diputado provincial a la cartera a
cambio de mantener enjauladas a sus
fieras en el zoo ayamontino, a cambio
de perpetuar el chantaje allí donde el
PSOE permite el ladrillo sobre ladrillo.
Zamudio es una más de las estampitas
piadosas que alicatan al rancio
socialismo que pervive al otro lado de
la frontera. Zamudio es una más de la
excentricidades de una Ayamonte
convertida por el PSOE en la cabina
de su camionero.
Publicado por José Carlos Aguado en El Mundo-Huelva Noticias
jose.c.aguado@huelvanoticias.com