Ayamonte, 05.02.16.- El bendito oficio de comunicar le permite a uno conocer a mucha gente. Muchos se van quedando para formar parte del paisaje de la memoria y otros, por diversos motivos, se van diluyendo en el olvido con el paso, inexorable, dicen, del tiempo.
Paco Hidalgo fue de los primeros. De aquellos que, por su forma de ser y estar, se quedan en el recuerdo de muchos. Como es mi caso. Le conocí en los 80 cuando, con mucha más voluntad que experiencia tuve el privilegio de trabajar en aquello que aún hoy en día me sigue apasionando: la radio.
Aquella radio era Antena 3 y él regaló en ocasiones su forma de ver la vida en forma de comentarios. También formó parte de las tertulias cuando llegó la Ser. Y siempre estuvo dispuesto a colaborar.
Desde un principio, Paco me pareció un tipo afable, cercano, y sabio. En el Ayamonte de entonces ejercía como maestro y director de un colegio. Pero siempre estuvo muy ligado a una publicación que aún hoy en día seguimos echando en falta muchos: Gaceta de Ayamonte. Bajo su batuta, el periódico supo ganarse una credibilidad que lo hizo atractivo hasta que, por diversas circunstancias, y ya siendo él ajeno a todo aquello, dejó de publicarse.
Fue su director durante prácticamente toda su existencia. Y puso ironía, exquisita siempre, a aquel ‘Duende de la Ciudad’ que se hacía eco de acontecimientos, rincones y otras curiosidades en el devenir de, como decían los clásicos, la Puerta de España.
Pero a todo ello hay que sumar su carácter servicial. Su implicación con la sociedad ayamontina, en la que costará encontrar alguna queja hacia su labor. Por eso, creo que Paco es una de esas personas a las que Ayamonte les debe un reconocimiento por ese gran trabajo, en la mayoría de los casos de forma altruista, realizado durante toda una vida.
Ayer se marchó. Casi de repente y sin hacer ruido, como, dicen, se van los grandes.
Descanse en Paz.
(Foto: mojarrafina)
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