lunes, 28 de octubre de 2013

Diez años



Candilerías / Gibraleón, 02.11.13.- Hace diez años, el corazón de quien me trajo al mundo, dejó de latir. Desde entonces, no ha habido un día, en el que no me haya acordado de ella y de su generosidad sin límites. 

Porque sin estar en ningún lado, está en todas partes a la vez. Porque es imposible olvidar a quien lo dio todo, hasta quedarse sin nada.

“No dejes de venir a verme, me das vida”, me dijo un día cuando ya, precisamente, su vida se apaga poco a poco.

El tiempo ha ido cicatrizando, aunque no del todo, la herida que nos dejó la angustia de su ausencia.

Hace diez años que no la puedo besar ni abrazar, que no la puedo ver ni escuchar, pero me gustaría pensar que sigue en algún lado, donde, cuando llegue el momento, con ella me pueda reencontrar.

Se fue joven, de repente, casi sin decir adiós y dejó un vacío imposible de llenar.

Y sigue en el corazón de su marido, hijos y nietos y en el recuerdo de toda aquella persona que la conoció en un puesto del mercado donde logró granjearse el cariño del público.

(En recuerdo a los que se fueron) 

No hay comentarios: