domingo, 14 de diciembre de 2014

El Vaticano cree que Madre María Purísima obró un milagro en una niña de La Palma




Huelva, 14.12.14.- Cuentan que Madre María Purísima de la Cruz fue una auténtica santa en vida. Una fama que se acrecentó desde su muerte, lo que hizo que se fueran sucediendo las peticiones al Vaticano por parte de sacerdotes, hermanas y seglares que coincidían al entender que debía iniciarse el proceso de beatificación.

Por ello, se empiezan a recopilar pruebas y testimonios que posibiliten que Madre María de la Purísima pueda ser declarada venerable. Sin embargo, faltaba un milagro, que no se hizo esperar. La protagonista fue una niña de La Palma del Condado, Ana María Rodríguez Casado, quien nació con una cardiopatía congénita y sin vena cava inferior, y que hoy es ya adolescente. A los trece meses los médicos tuvieron que instalarle un marcapasos pero, tras la intercesión de Madre María, recuperó su salud, según dictamina la causa de dicha beatificación.


Y es que, dicho marcapasos se desconecto sufriendo la niña provocándole una parada cardiorrespiratoria. Había sufrido el síndrome de stock ‘adam’, permaneció intubada con un edema agudo de pulmón y la falta de oxígeno en el cerebro le provocó una serie de importantes secuelas neurológicas.

Dos días después, los médicos consiguieron conectarla de nuevo a un marcapasos. Ana María había salvado la vida, pero no era la misma. “Su llanto era distinto, era más un quejido. Tenía los ojitos abiertos pero totalmente idos”, explica la madre en declaraciones a Diario de Sevilla que recoge la web mariamadrepurisima.es.

Al volver a casa la madre preocupada, con su hija en silla de ruedas, sin hablar, “desconectada del medio”. No conocía a nadie. “Cuando volvimos a casa tenía la esperanza de que en un entorno familiar se reencontrara con ella misma. Me resistía a pensar que pudiera quedarse así. No lo podía aceptar”.

Beatificación de Maria Madre de la Purísima

Siempre le había tenido mucha devoción a las Hermanas de la Cruz y tenía mucha ilusión de que vinieran a ver a Ana María”. Dos monjas fueron a su casa y de una carpeta que llevaban sacaron una estampa de Madre María de la Purísima. “Yo no sabían quién era, pero me dijeron que me encomendara a ella. Cogí la estampa y dije: Si eres santa sólo te pido que mi hija me vea y me conozca. No te pido más. Aunque se quede en la silla de ruedas, pero que esos ojitos me vean”. Ana María le dio un beso a la imagen y le pasó la foto por la cabeza. Tras rezar, las hermanas se marcharon prometiendo volver al día siguiente para hacer una novena. Minutos después, Paloma escuchó la voz de su hija: “Mamá Paloma”, exclamó primero. “Abuela Dolores”, dijo después. “Hubo una mejoría instantánea. Salí a la calle corriendo, gritando que era un milagro”.


Sin embargo, según añadió dicho diario, la recuperación no quedó ahí. Ana María le pidió a su padre que la ayudara a levantarse de la silla de ruedas. La niña, aunque había mejorado notablemente, aún no era capaz de mantener una conversación. “Le hice una novena a Madre María de la Purísima y al pasar unos días mi padre pasó por casa y la escuchó hablar perfectamente. La niña tenía la estampa de Madre en la mano y le dijo: ella es la que me ha curado”.

Cuatro años después de la beatificación, que tuvo lugar en Sevilla ante la imagen de la Esperanza Macarena y multitud de fieles, desde el Vaticano se ha aprobado dicho milagro sobre la curación de la pequeña palmerina, algo “difícilmente explicable”, según reconocieron en su día los médicos que la atendieron.

En los últimos días, Alfonso Ramírez Peralbo, postulador romano de la causa de canonización de la Beata Madre María de la Purísima, anunciaba al arzobispo de Sevilla y a la madre general del Instituto de la Compañía de la Cruz, que la Santa Sede ha reconocido como tal el citado milagro que se requiere para la canonización de Madre María de la Purísima, lo que se prevé que tenga lugar en Roma el año 2015.

Fiel seguidora de Santa Ángela de la Cruz

Madre María de la Purísima de la Cruz, (María Isabel Salvat Romero) nació en Madrid el 20 de Febrero de 1926. El 8 de diciembre de 1944, al poco de cumplir 18 años, ingresó en la Compañía de la Cruz. Tomó los hábitos un año después, profesó temporalmente en 1947 e hizo los votos perpetuos en 1952. En su momento destacó por su elevado nivel cultural, y como dato revelador de esta circunstancia destaca el hecho de que dominara tres idiomas: francés, inglés e italiano.

Desde que ingresara en la Compañía que fundara Santa Ángela de la Cruz, destacó como una fiel observadora de las reglas del Instituto, y en su haber está el mantenimiento del carisma fundacional tal y como lo legara Madre Angelita. El 11 de febrero de 1977 fue elegida Madre General de la Compañía de la Cruz. Anteriormente desempeñó varias responsabilidades en el Instituto, entre ellas las de superiora de las casas de Estepa y Villanueva del Río y Minas, maestra de novicias y consejera generalicia.

Quienes coincidieron con Madre María de la Purísima han dado fe de su empeño porque en las nuevas fundaciones se respetara el carisma fundacional, con el estilo de Santa Ángela. Las niñas de los internados, los pobres y enfermos fueron sus prioridades durante los años que dedicó al servicio de los demás con el hábito de las Hermanas de la Cruz.

En la carta apostólica de beatificación, Benedicto XVI destacó que Madre María de la Purísima “iluminada por la sabiduría de la Cruz, dedicó su vida al servicio de los pobres y de los enfermos y a la educación cristiana de la juventud”. Su festividad se celebra cada 31 de octubre, “día de su nacimiento para el Cielo”.

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