Hace años, trabajando en El Mundo alguien me pidió que escribiera un perfil sobre Diego Valderas y creo que dije que era un hombre que se había hecho a sí mismo y destaqué el hecho de que había sido alcalde de su pueblo, Bollullos, con tan solo 25 años. Además de otras muchas cosas que, la verdad, no recuerdo.
Conozco a Diego desde que entró en política y siempre me ha dado la impresión de que, al margen de que se pueda estar o no de acuerdo con sus ideas, es un tipo íntegro. Y honesto, al margen de algunos errores, que todos podemos cometer alguna vez en la vida.
Siempre me llamó la atención que siendo un hombre de izquierdas ha caido bien tanto a rojos como azules. Tal vez por su discurso contundente pero moderado.
Este martes acudió al plató de Vozpópuli, el programa de debate que conduzco cada semana en Canalcosta TV y me demostró que, como la canción, sigue siendo aquél. Ahora retirado de la primera línea política pero con ganas de seguir en u primer plano de trabajo y de lucha.
Y sigue, como no, convencido de que la solución a los males de esta España nuestra está en la izquierda. Y en la unidad de ésta.
Valderas nos dio algunas lecciones a los que estábamos en el plató para preguntarle y recordarle algunos de sus episodios más políticos (y desagradables) como aquella desafortunada alusión a la delegada de las “tetas gordas” o su presencia en un homenaje a Hugo Chávez que presentó el hoy líder de Podemos, Pablo Iglesias.
A todo contestó con una sonrisa. Y encajó todo con deportividad. Como hacen los políticos de raza. Y aquellos que, además, parecen buena gente.
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