lunes, 24 de agosto de 2009

Un hijo, su padre... y un gorrión

8 comentarios:

ANA dijo...

Muy triste, pero muy bonito el vídeo. Nos recuerda que todos somos niños dos veces en la vida.

Anónimo dijo...

¡¡que pedazo de lección para todos los que nos cansamos de quienes ya van perdiendo facultades, pese a ser familiares directos nuestros, llámense padres, abuelos, tíos, etc!!!

Anónimo dijo...

que gran corto!!!y la cuestión es que no es el futuro!!!sino el presente

Anónimo dijo...

Muy buen corto, jjjejejee, creia que estaba en Islantilla Cineforum,, jeje

Antonio Suárez Candilejo dijo...

Me alegro que os guste el corto, ojalá y sirva para la reflexión y todos nos portemos un poquito mejor con nuestros mayores. Y no, no creo que esté en el Islantilla Cineforum, lo conocí a través de un amigo. Saludos.

Anónimo dijo...

TENGO SESENTA AÑOS HE VISTO EL VIDEO Y SE ME HA DERRAMADO DOS LAGRIMAS,EN CADA UNA DE ELLA IVA TREINTA AÑOS SE SOLEDAD

Carlos dijo...

Tengo 40 años y dos hijos de 10 y 15 años y... otro de 79, es mi madre que ahora necesita el mismo cuidado -en términos generales- que ella me dio a mí cuando yo era una niña. Somos niños dos veces en la vida, en el principio y cuando se acerca el fin. Pero muchos no queremos verlo así, y en muchos casos, nuestros mayores acaban en las residencias, con cariño y sonrisas un tanto artificial, ajeno, distante, extraño...

desde pamplona con cariño dijo...

Magnífico vídeo. Corto pero muy expresivo. Demuestra lo injustos que podemos llegar a ser en muchas ocasiones con nuestros padres cuando estos llegan a ser mayores. Es cuando más necesitan de nuestra atención,de nuestro cariño, de una sonrisa, de un gesto de agradecimiento. En muchos casos, podemos llegar a ser con ellos tremendamente injustos y crueles.

Tengo la suerte de tener todavía la presencia de un padre magnífico y bueno al que he tenido la oportunidad de tenerlo en mi casa. Tenerlo para compartir con él una conversación, unas cervezas, un paseo, unas risas, unos recuerdos, unas tristezas. He podido disfrutar con él de unos días de playa, de tardes de terraza saboreando una buena caña y unas patatas. Y también he tenido la oportunidad de compartir con él, por que no, unas lagrimas. Lágrimas de dolor,de angustía y de tristeza. Dolor y agustia que no se merece pero que la vida de tenía preparado una mala experiencia para el final de su camino. Espero y deseo poder seguir disfrutando de su presencia durante mucho tiempo más.
Él sabe que le quiero y que me tiene a su lado. Papá, te quiero.

Juan Carlos