Escribe en su perfil de Facebook que la gran revolución pendiente es la de la bondad, recordando a José Saramago, que fue quien la dijo antes. Y tal vez lleve razón, aunque él, discretamente y en silencio, ha emprendido la revolución de la creatividad, de la pureza, de la transparencia, de la nobleza en la pintura.
Se llama Emilio Fornieles y tuve la oportunidad de conocerlo por motivos de trabajo en Lepe, localidad en la que reside y donde encuentra su inspiración en un garaje rodeado de colores.
Me bastó poco tiempo. Apenas unas horas para darme cuenta de su transparencia y sencillez. Es un tipo de los que, nada más conocerlos, sabes que va de legal.
Ahora trata de llevar al lienzo a una leyenda del cine: Audrey Hepburn. Como en sus anteriores obras, seguro que Emilio logra sacarle en su mirada esa expresividad y precisión que pocos consiguen. Él sabe como hacerlo.
Se llama Emilio Fornieles y tuve la oportunidad de conocerlo por motivos de trabajo en Lepe, localidad en la que reside y donde encuentra su inspiración en un garaje rodeado de colores.
Me bastó poco tiempo. Apenas unas horas para darme cuenta de su transparencia y sencillez. Es un tipo de los que, nada más conocerlos, sabes que va de legal.
Ahora trata de llevar al lienzo a una leyenda del cine: Audrey Hepburn. Como en sus anteriores obras, seguro que Emilio logra sacarle en su mirada esa expresividad y precisión que pocos consiguen. Él sabe como hacerlo.
1 comentario:
Yo añadiría a estos adjetvos sobre Fornieles y su obra otro: auténtico, autenticidad.
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