lunes, 11 de julio de 2011

Ha muerto un buen hombre

Hoy es sin duda un día triste para la provincia. Huelva pierde uno de sus políticos de raza. Un ejemplo de lealtad, dicen quienes le conocieron de cerca. Se fue José Cejudo, Pepe para quienes estuvieron en su entorno. Enfrentado a la enfermedad desde hace años, en más de una ocasión le ganó la batalla, pero la muerte es muy suya para estas cosas y dijo que de ésta no pasaba. Se marchó el político y la persona, pero queda un importante legado, una lección de servicio público. En su blog, el amigo José Aurelio Yusta, deja un artículo dedicado a Cejudo horas después de su fallecimiento. Solo le he cambiado el título. Dicho texto, al completo, es el que sigue: El despertar de este fatídico día 11de julio me ha traído la muy triste noticia de la muerte de José Cejudo Sánchez. Ha sido una noticia que no por esperada ha dejado de ser como un mazazo para aquellos que tuvimos la suerte de ser sus colaboradores y sus amigos. Quizás porque en nuestro fuero interno, todos teníamos la secreta esperanza de volviera a sacar de la manga una nueva carta de vida y sortear de nuevo a la muerte que tanto tiempo y con tanta saña llevaba acechándolo.
Esta vez no ha sido así; lo inexorable ha demostrado que al final es inexorable, y se ha llevado por delante a un gran hombre; a un hombre con el que muchos de su misma generación nos sentimos plenamente identificados, porque quizás sea el mejor representante de la misma; nadie le regaló nada y todo lo que consiguió personalmente lo hizo a base de esfuerzo personal. Cuando en España no estudiaba casi nadie, él lo hizo y se mantuvo económicamente mediante unas becas que se daban entonces, que se llamaban becas salarios y que sólo obtenían los expedientes académicos verdaderamente extraordinarios y brillantes. Y, según me comentó un día, giró su vista hacia el comunismo cuando observó, cuando trabajaba en Verano como camarero, que otros estudiantes de su pueblo con mucho peor rendimiento académico que él, veraneaban justo allí donde el trabajaba. En sus palabras: “allí había algo que no encajaba”.

Ya en la vida política ocupo diversos cargos de relevancia y desde todos ellos hizo un impagable trabajo para la izquierda y para Huelva; a veces, un trabajo interno callado, sin algaradas y sin fanfarrias, pero siempre efectivo; en Valverde, son notables las huellas de su gestión, de la que quizás pueda señalarse como principal abanderado el magnífico Teatro con el que cuenta la ciudad; en la Diputación de Huelva también supo marcar época con una gestión de “meter la pierna” como a él le gustaba, decir utilizando un símil futbolístico; y nos dejó para la posteridad el magnífico Estadio de Atletismo.

Y, finalmente, ya en el Puerto, donde la enfermedad no le ha dejado dar prácticamente nada de lo que era capaz y estaba dispuesto a dar, también dejó la impronta de su gestión, y en poco tiempo zarandeó esa institución que parecía que no se movía desde hacía siglos, y comenzaron a aparecer nuevas actividades económicas de gran interés para Huelva: la línea de viajeros a Canarias, la línea de exportación de zumos y otros productos Huelva a Europa.

Como político fue un luchador de la izquierda: los que tuvimos ocasión de conocerlo de cerca supimos de su contundencia y de su eficacia en esta faceta. Y vimos como era una barrera muy eficaz frente a los ataques de la derecha en esa lucha subterránea permanente entre ambas facciones, que sólo a veces aparece ante el gran público.

Por eso, la derecha siempre quiso destruirlo, incluso como persona. Primero puso un detective privado a investigarle su vida personal, que llegó hasta las más escondidas provincias castellanas en busca de algún inexistente secreto vergonzoso que pudiera esconder, y después, montándole un proceso penal vergonzante para los que lo maquinaron. Sin embargo, también aquí venció Pepe Cejudo; no sólo no lo destruyeron sino que salió fortalecido y poniendo en evidencia a sus enemigos.

Y como persona quizás lo retrate el hecho de que, a pesar de tener un carácter más que difícil como jefe, el día que tuvo que tuvo que comparecer en aquella encerrona del proceso penal, cuando los medios gráficos de la derecha lo esperaban a la puerta de los Juzgados esperando para ofrecer a Huelva la fotografía de un hombre que iba a ser procesado por acoso a uno de sus empleados, lo único que pudieron ofrecer fue la fotografía de un hombre que entraba a juicio arropado por la práctica totalidad de los que habían sido sus Jefes de Servicio en la Diputación y de los muchos amigos que había hecho en la misma durante su gestión.

Yo, que tuve que primero tuve que sufrirlo/disfrutarlo como Jefe, y ya después sólo disfrutarlo como amigo, creo que Huelva y la izquierda han perdido un gran luchador y un gran hombre. Otros, hemos perdido un amigo.

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