Así lo ven algunos de los tratantes, en su mayoría de etnia gitana, que acuden de pueblos como Cartaya, Calañas o Cabezas Rubias así como, incluso, de Vila Real de Santo Antonio, en Portugal. Es el caso este último de Sebastián, que trae cinco mulos y uno de ellos es el centro de atención de muchos de los visitantes, ya que se trata de un "cruce" entre un burro y una cebra.
En muchos casos, los ganaderos acuden a la Feria con el resto de su familia y viven en la localidad en la furgoneta o en la tienda de campaña que instalan en la explanada que se transforma en el Real del Ganado para la ocasión.
“Tengo tres hijos que mantener y vienen cada año conmigo y mi mujer a Gibraleón. Cuando no vamos de feria con el ganado vamos a los mercadillos de la provincia”, dice Francisco, un tratante llegado desde Huelva.
Y aunque negros nubarrones han acechado toda la jornada, llegando incluso a descargar algunas gotas de lluvia, esto no preocupa demasiado a los ganaderos. “Cuando hay lluvia los tratos se hacen más rápido”, explica otro de los tratantes, aludiendo a que, de este modo, hay menos tiempo para el regateo pues el que llega a comprar quiere llevarse cuanto antes el animal que busca.
En la Feria olontense y pese al aumento del empleo de maquinaria en labores agrícolas, el mulo sigue siendo el animal más demandado para este cometido, en detrimento del caballo, cuya venta, según algunos tratantes, ha ido en descenso.
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