sábado, 14 de agosto de 2010

El desprecio

Dice una amiga que el mayor desprecio es no hacer aprecio. Y aunque de pequeño, mis padres me enseñaron a apreciar antes que a despreciar, hay veces en la vida en las que no queda otra alternativa. Y la verdad es que no queda otra alternativa que despreciar y repudiar el detestable artículo escrito en un blog de El Mundo por un tal Antonio Ruiz Elvira, catedrático de Física Aplicada en una universidad madrileña, y que tras visitar la provincia de Huelva suelta todo tipo de improperios contra todo lo que encontró a su paso en los más de 600 kilómetros que recorrió en su “híbrido de Toyota”, según revelaba hace días el digital 'huelva opina'.
Entre las intolerables barbaridades que suelta destaca una en la que sugiere que todos los que adelantan cuando conducen en carretera son asesinos: “El horror es pensar –escribe- en la mente de esos 500 españoles que me adelantaron. Es claro que son personas que no aceptan las leyes. Que no matan porque las penas son de cárcel, pero si las penas fueran multas matarían sin problema alguno de conciencia”. Y se queda tan pancho.
Luego, describe a la hermosa Isla Cristina, su destino, como una localidad con “calles sucias, motos ruidosas y mal olientes” donde hay un “respeto nulo hacia los demás” y donde el principal negocio es… En fin, ¿para que transcribir lo que dice este individuo y que tanto daño puede causar a esta ciudad?.
Concluye el artículo insultando a todos los bares y restaurantes existentes en el trayecto que separa a Madrid de la costa onubense, ya que “solo hay un sitio decente donde parar a comer: La Aguzadera, y su gemela La Quintería, en Valdepeñas. Pruébenlos, y huyan del resto de lugares sucios y cochambrosos en donde los clientes ensucian lo que pueden y los cocineros insultan el paladar de los esos clientes que, realmente no merecen otra cosa”.
La verdad es que este señor se descalifica así mismo con lo que ha escrito. Ni los conductores que adelantamos por necesidad tenemos instintos asesinos ni Isla Cristina es como la ha descrito. Y por supuesto, entre Madrid e Isla Cristina hay cientos de bares y restaurantes más que decentes en los que comer.
De Isla Cristina, señor catedrático, le podría hablar mucho, pero le diré que es una ciudad preciosa, bañada por el Atlántico, con playas merecedoras de banderas azules año tras año, con una gastronomía envidiable, poblada por hombres y mujeres nobles y acogedores. La localidad cuenta con uno de los mejores Carnavales de todo el país y un montón de atractivos más. Lamento que usted no la haya visto así. Y no llame salvajes a quienes no lo son. Usted sí que ha demostrado ser un salvaje por lo que ha escrito, porque sencillamente no se corresponde con la realidad. Usted no tiene derecho a insultar a quienes adelantan en carretera ni a los 21.000 habitantes de todo un pueblo, ni a los bares y restaurantes existentes en más de 600 kilómetros. Dicen que la cara es el espejo del alma y con la foto que coloca en su blog, unido a que lo que en él escribe… no me hace falta más para saber como es usted.

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