domingo, 21 de febrero de 2010

Sobrevivir al olvido


Si el tiempo en la memoria no muriese tan lento y torturado, disponiendo por tanto una manera melancólica de volver al pasado y de sentirlo no como un algo muerto, sino siempre a punto de morir y siempre herido -y renacido siempre, y de tiniebla.
Si el tiempo, en fin, tuviese potestad para borrar su estela de memoria, para enterrar sin daño los recuerdos en vez de darles rango de abstracción -y en las tardes vacías recordar; con algo de tahúr y algo de mago, lo que ya sólo es ficción del tiempo como un viento lejano, un eco frío.
Si todo fuese así, si en el pasado no fuera uno la estatua de sí mismo en una plaza oscura y sin palomas o el actor secundario de una obra
retirada de escena, me pregunto qué sería -imagina- de nosotros, que sellamos un pacto tan antiguo como el color del aire en la mañana.
Qué habría de ser entonces, sin memoria, de nosotros, que hacemos renacer al juntar nuestras manos esta noche tantas noches y lunas y ciudades y tembloroso mar de las estrellas.

Nota: Llueve, sobre mojado, y me apetecía leer algo de poesía. Nada mejor que Felipe Benítez Reyes, andaluz de Rota (Cádiz), Premio Nacional de Poesía en 1996. Extraído del blog de Miguel Angel Vázquez.

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