domingo, 3 de marzo de 2013

Los políticos no creen en Twitter



Sevilla, 03.03.13.- La consejera de la Presidencia, Susana Díaz, tuvo un lapsus sin importancia durante una rueda de prensa días atrás. Notó cierta confusión entre los periodistas. Al término preguntó y le advirtieron de que había cometido un error en un gentilicio. Su primera reacción fue mirar fijamente a los periodistas y preguntarles: “¿Lo habéis subido a Twitter?”. Es una anécdota pero deja claro que las redes sociales son tan temidas como queridas por los políticos.

Así lo cuenta la periodista Isabel Morillo de El Correo en su blog 'La recámara', donde relata que el pasado viernes, la socialista Elena Valenciano -en la foto-, una de esas tuiteras que de verdad sí usaban su perfil en Twitter de forma personal, anunció que se marchaba de la red después de que persiguieran a sus hijos. Y añade que la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, o la expresidenta de esa Comunidad, Esperanza Aguirre, le trasladaron su apoyo y colaboraron en una campaña (#stoptrolls) contra este tipo de acosos que normalmente protagonizan anónimos. Las tres son ejemplo de buen uso de las redes, según los expertos.

El resto de la información:

“La gran mayoría de los políticos andaluces no se creen Twitter ni manejan personalmente sus cuentas ni entienden que tras los perfiles hay personas y que se puede conversar”. Lo afirma la consultora especializada en comunicación Elena Barrios (www.ebarrioscomunicacion.com), cuyo interesante trabajo “Políticos en redes sociales: ¿es posible la conversación?”, acaba de recibir una mención especial en los reconocidos premios Victory Awards 2013.

Los galardones serán entregados en Nueva York a finales de marzo en la POLI Conference, unos de los eventos internacionales más relevantes de habla hispana en el campo del marketing político que se desarrolla en Estados Unidos. Su trabajo deja claro que “algo falla” en el papel de los políticos españoles en las redes sociales. La clave: “sobreactuación”. “Están más por obligación que por devoción”, asegura esta onubense, que subraya que la mayoría se han visto obligado a “migrar rápidamente a un entorno que no conocen y mucho menos comprenden”.

Se nota perfectamente el político que tuitea personalmente al que delega en terceras personas. En Andalucía, indica Barrios, hay honrosas excepciones como la que protagoniza un pionero, el alcalde de Jun, el socialista José Antonio Rodríguez Salas (@JoseantonioJun), que no solo sabe utilizar las redes sino que ha sabido ponerlas al servicio de los vecinos y a quien le encanta abrir debates. El viernes retuiteaba la foto de una vecina que le alertaba de que un accidente de tráfico había destruido parte de la valla de un colegio de su localidad. ¿Puede haber una manera más fácil y directa de estar en contacto con los ciudadanos?

Otro alcalde que no sale mal parado en la valoración de los expertos es el regidor de Sevilla, Juan Ignacio Zoido (@zoidoalcalde), quien utilizaba y se creía las redes antes de tener cargo “y eso se nota”. Zoido delega muchas veces (cada vez más) la cuenta en su equipo pero en ocasiones abre conversaciones e informa él directamente a los sevillanos a través de su Twitter.

¿Y podría servir para que la actividad política gane en transparencia? Barrios recuerda que las redes sociales no son más que una herramienta y que mientras que no se instale la transparencia y la libertad dentro de los partidos y el sistema deje de ser una partitocracia donde se miran mal las voces propias o a aquel que opine de manera distinta, de nada servirán las posibilidades que brinda este instrumento. “Hasta que los políticos no se crean que están al servicio de los ciudadanos y dejen de utilizar Twitter como un canal de propaganda, hay poco que hacer”, admite la consultora.

Entre los “errores políticos” en las redes sociales más frecuentes que señala este trabajo figura la tendencia a eliminar los tuits o comentarios que generan polémicas sin pedir disculpas o asumir errores. Como ejemplo, el famoso tuit de la ministra Bañez celebrando su puntuación en un juego justo cuando acababa de conocerse que España pedía un rescate financiero a Europa.

Otro tema muy interesante se refiere a “La guerra de los hagstags” y a esas etiquetas que “las carga el diablo”. El pasado 28 de febrero, con gran polémica por cierto en las redes, la Junta pagó por #DiadeAndalucia una cifra –no confirmada oficialmente– que alcanza los 37.000 euros. Le pudo salir gratis. El impacto del discurso de Banderas y las movilizaciones en las calles fueron noticia en las redes, tanto como las críticas o incluso a la mofa por pagar con dinero público por algo que pudo ser gratuito. “Es siempre lo mismo, los utilizan como armas políticas y se creen que porque paguen pueden dominar y controlar los mensajes”, reflexiona Barrios. La receta es sencilla: conversar. Y si puede cambiar la ley para reforzar la seguridad y evitar los anónimos, mejor.

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